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EGERIA

Egeria fue la primera en hacer un diario de viajes en el que escribió el recorrido que hizo desde Occidente a Oriente para visitar los Lugares Santos. Fue encontrado por casualidad, en el año 1888 y en la biblioteca Fraternita dei Laici de Arezzo, al descubrirse un texto manuscrito al que le faltaban páginas del principio y del final. Se trataba de una obra en latín vulgar que describía un Itinerario de viaje.  No fue hasta 1903 cuando un estudio publicado por Mario Ferotín en la Revista de Cuestiones Históricas finalmente le atribuye Egeria la autoría del Itinerarium. Curiosamente, la pista que sirvió para relacionarlo con Egeria estaba en otra carta: la que San Valerio, un eremita y abad de El Bierzo de la segunda mitad del siglo VII, escribe mostrando su gran respeto por la mujer que había viajado de Gallaecia a Tierra Santa: «Hallamos más digna de admiración la constantísima práctica de la virtud en la debilidad de una mujer, cual lo refiere la notabilísima historia de la bienaventurada Egeria, más fuerte que todos los hombres del siglo».

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Existen muchas lagunas sin resolver en su biografía, como si pertenecía o no a la comunidad eclesiástica o como regresó desde su viaje. Se sabe que procedía de una clase social elevada y recibió escolta militar en un lugar no seguro de su viaje. No demuestra poseer cultura clásica, pero sí conocer bien el Antiguo y el Nuevo Testamento. Uno de las discusiones de su biografía fue la fecha del Itinerario, la propuesta más popular es que Egeria habría recorrido la parte más importante de su peregrinación entre la Pascua del 381 y la Pascua del 384.

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El Itinerario es una fuente importante para el conocimiento del cristianismo antiguo. Se subdivide en dos partes. La primera (capítulos 1-23) describe el viaje a Jerusalén, y la segunda (capítulos 23-49) la liturgia y catequesis de Jerusalén. La parte primera se refiere a las peregrinaciones al Sinaí desde Jerusalén; al otro lado del Jordán; a la Idumea y a Mesopotamia atravesando Antioquía, Edessa, retornando a Constantinopla por Tarso de Cilicia, Seléucida y por el interior de Asia Menor: Capadocia, Galatia, Bitinia, Calcedonia para llegar a Constantinopla. El Itinerario está plagado de datos topográficos y geográficos. Recoge noticias sobre las ciudades que visitó, los montes, los valles, las mansiones por donde pasó, los monasterios, las iglesias, las tumbas y las ruinas. Egeria demuestra una curiosidad enorme. Sobre la liturgia de Jerusalén recoge datos preciosos. Describe la semana con sus horas; después las fiestas del año que celebran los acontecimientos más significativos de la vida de Cristo, de la Epifanía a la Presentación al templo, de la Cuaresma a la Pascua, y a Pentecostés. Los dos últimos capítulos se dedican a la Catequesis. En las fiestas se describen los sitios, las ceremonias, las procesiones, con el clero y los fieles que recorren la ciudad. (Blázquez)

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Lo más llamativo es la satisfacción que manifiesta cuándo llega a un lugar y piensa que las historias bíblicas se desarrollaron en los escenarios que ella está contemplando. Esta visión le servía para otorgar absoluta veracidad a estos relatos y, a la vez, para reforzar su fe religiosa.

(López, 2010)

 

Después de pasar tres años en Jerusalén, decidió irse a Mesopotamia, y desde allí a Constantinopla, recorriendo la calzada interior de Asia Menor. Pensó ir a Éfeso para visitar el martirio del apóstol Juan. Lo último que escribió fue lo siguiente:

Desde este lugar, dueñas mías y luz de mi vida, mientras escribía esto a vuestra caridad ya tenía el propósito de ir en nombre de Cristo muestro Dios a Éfeso, en Asia, para orar en el sepulcro del santo y bienaventurado apóstol Juan. Si después de esto, estaré viva, y si además podré conocer otros lugares, lo referiré a vuestra caridad; o yo misma presente, si Dios se digna concedérmelo, o ciertamente os lo comunicaré por escrito, si otra cosa me viene al espíritu. Entretanto, señoras mías y luz de mi vida, dignaos acordaros de mi, sea que esté viva, o sea que haya muerto. (Itin. Eger., 23.10)

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Tras leer este diario de viajes, no cabe duda de que nos encontramos ante una mujer con una arraigadas creencias religiosas, que la empujaron aesta aventura, la que, en cualquier caso, pretende compartir. Su texto está destinado a sus “hermanas”, a las que desea informar de su peregrinación, quizá con el ánimo de invitarlas a viajar para hacerlas partícipes de su experiencia. Pero las razones de por qué ella fue la elegida para protagonizar la peregrinación o cual podía ser su procedencia social, geográfica, etc. No son cuestiones fáciles de dilucidar. (López, 2010)

BIBLIOGRAFÍA

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(Gallaecia s.IV)

“Y así, caminando despacio, guiada por el Señor llegó a los sacrantísimos lugares del nacimiento, pasión y 
resurrección del señor”

(Valerio S.VII)

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