BEATRIZ GALINDO
"LA LATINA"
Beatriz Galindo es conocida como “La Latina”, una mujer culta, humanista y solidaria. Perteneció a la Corte de los Reyes Católicos, en especial de la Reina Isabel de la que se convirtió en amiga personal y fiel consejera. Tuvo mucha influencia en la villa madrileña y a ella se le debe la fundación del hospital de la Latina y del convento de la Concepción Jerónima en Madrid.
La exactitud de su biografía es discutida y ha sido novelada durante todos estos años. La Real Academia de la Historia Española dice así:
La filiación de Beatriz Galindo es dudosa. Hay dos posibilidades: una es que fuera hija de Martín Fernández Galindo, caballero de Écija y comendador de la Orden de Santiago; pero es más probable que su padre fuera Juan López de Gricio, como afirma Gonzalo Fernández de Oviedo en las Batallas y Quincuagenas. La fecha del nacimiento de Beatriz también es dudosa. Fue bautizada en la parroquia de San Román (Salamanca). Su familia era oriunda de Zamora y su origen era del grupo de hidalgos no muy adinerados que integraban las oligarquías urbanas en Castilla en aquellos años. Tuvo una esmerada educación, que incluyó el conocimiento del latín. Su interés por la cultura influyó en la decisión de sus padres de que orientara su vida hacia el retiro conventual, ya que la situación económica familiar no era muy buena. (...). Inició el conocimiento de la gramática y del latín muy joven y a los dieciséis años parece que dominaba esta lengua de tal manera que asombró al claustro de la Universidad salmantina. Su buena formación intelectual presagiaba su dedicación a la vida monástica. (…)Pero ella no debía de ser muy proclive a esta solución para su vida, pues no acababa de profesar.
Mientras tanto, su fama llegó a la reina Isabel I, que la llevó a su Corte para que enseñara latín a ella, a sus hijas y a otras damas. Por este motivo no entró en el convento. No es seguro que fuera camarera de Isabel la Católica, como se ha afirmado, pero tuvo una gran influencia y gozó del aprecio de la Reina. Con ella hablaba frecuentemente y practicaba el latín. Beatriz, como demostró a lo largo de su vida, además de una mujer instruida, debía de estar bien dotada de inteligencia para los asuntos públicos y los negocios, pues dejó una considerable fortuna a su muerte. Bien es cierto que contó con el apoyo decidido de la Reina, pero ella supo aprovecharlo para conseguir la riqueza suficiente para que su familia ascendiera socialmente. Y, también, el poder necesario para organizar su vida y la de los suyos e intervenir en la política religiosa del momento, siguiendo los principios que había aprendido de la Reina. Gracias a su posición privilegiada, intervino en la política madrileña y tuvo un gran ascendiente durante los años que residió en la villa.
Llegó a la Corte muy joven y fue la reina Isabel, que pronto sintió aprecio hacia Beatriz, quien decidió la boda con Francisco Ramírez de Madrid, perteneciente a una familia madrileña. (…) De esta forma unía a dos de sus más directos y fieles colaboradores: Beatriz Galindo, una de sus consejeras más próximas, y Francisco Ramírez de Madrid, que la había apoyado en su lucha contra su hermano Enrique IV y —tras la muerte de éste— contra su sobrina Juana, por el trono castellano.
Este matrimonio respondía a la política promovida desde la Corona para lograr un grupo importante de nobleza media, muy fiel a los Reyes Católicos y solidarios de la nueva concepción del Estado Moderno que se propiciaba desde el poder. Beatriz recibió 500.000 maravedís como regalo de boda de la reina Isabel, que no estaba dispuesta a permitir que abandonara la Corte. Las mujeres que rodearon a la Reina, de forma muy destacada Beatriz, colaboraron con ella en todas las empresas que acometió. La instrucción, la cultura y el mecenazgo artístico, tanto como el patronazgo religioso, fueron los frentes de actuación preferidos por estas mujeres, entre las que, sin duda, destacaba Beatriz Galindo, cuya obra ha trascendido no tanto por sus textos literarios, perdidos la inmensa mayoría, y por su conocimiento del latín, sino, sobre todo, por su actuación como impulsora de fundaciones benéfico-religiosas en Madrid. La reina Isabel y las mujeres de las que se rodeó, como Beatriz Galindo, creían en el proyecto humanista y pretendían intervenir en el cambio que debía sufrir la sociedad para adecuarla a los principios políticos y sociales que el Renacimiento preconizaba.
Las escasas posibilidades que tenían las mujeres para intervenir en los asuntos públicos dio lugar a que orientaran el desarrollo de sus actividades en los espacios en los que se toleraba la presencia femenina. (…)
Beatriz, tras su boda, permaneció en la Corte junto a Isabel la Católica, a la que estaba muy unida. En algunas ocasiones debía residir en Madrid, puesto que su marido era regidor de esta villa y debía ocuparse de los intereses que aquí tenía. Para demostrar su presencia y poder, Francisco y Beatriz habían decidido la fundación de un hospital en Madrid, empresa a la que Beatriz se estaba dedicando cuando murió su marido en 1501. Beatriz, al quedar viuda, decidió abandonar sus actuaciones cortesanas y dedicarse a su familia, para lo que fijó su residencia en Madrid. (…) Se dedicó a consolidar la buena situación económica que se estaba creando gracias a la protección de los Reyes Católicos. En Madrid desarrolló una determinada política religiosa que la llevó a introducir la reforma de la Iglesia iniciada por Isabel la Católica en esta villa. Por todo ello, Beatriz ha quedado como una de las madrileñas importantes, pues aunque no nació en este lugar, sí tuvo una importante presencia en la vida urbana que ha trascendido a lo largo del tiempo. (…) En 1504 cuando murió Isabel la Católica fue una de las personas que acompañaron al cadáver de la Reina hasta Andalucía.
(…) Beatriz luchó para asegurar que los derechos de su marido fueran heredados por su hijo, para mantener la posición social e influencia política del padre.
Concluyó la fundación del hospital que había iniciado con su marido, lo dotó generosamente con inmuebles heredados de éste, y a él se retiró a vivir. (…) Beatriz adecuó en el hospital unas estancias para su residencia y la de sus hijas y otras mujeres allegadas. Este hospital, además de servirle de residencia, fue una creación asistencial importante y diseñada por Beatriz, como se refleja en las instrucciones de 1535 en que se definen los objetivos de la fundación. Se atendería a personas necesitadas y especialmente a presos, pobres vergonzantes, caminantes y, sobre todo, a mujeres y niños y a huérfanas a las que se prepararía para el matrimonio. Se demuestra de esta manera que Beatriz tenía la intención de crear una obra social de protección a las mujeres desvalidas. (…)
La vida de Beatriz fue larga, pues murió con setenta años. Habían muerto ya sus dos hijos varones, vivían sus nueras, con las que no tenía muy buena relación por cuestiones económicas, pues pensaban que era más generosa con sus fundaciones piadosas que con la familia. Sus dos hijos, herederos cada uno de un mayorazgo por ella establecido y dotado, habían dilapidado lo recibido de su madre varias veces. Las nueras le reclamaban ayuda económica para ellas y para los nietos de Beatriz, tres de las cuales estaban con su abuela como religiosas en la Concepción Jerónima.
Beatriz dictó su testamento el 23 de noviembre de 1534 en una de sus estancias en el hospital y aquí murió a finales del siguiente año. El ser patrona de tres instituciones importantes y el tener un cargo de regidor del Concejo de Madrid vinculado a su familia, le otorgó una posición privilegiada dentro de la villa. (…) Su vida en la villa fue tan activa y se mantuvo con tanta implicación en los problemas urbanos, que su influencia modificó e intervino en el trazado urbano de una zona, la actualmente conocida como de “La Latina” y en el diseño de la asistencia benéfica y de la religiosidad femenina de Madrid.
Su fama e influencia eran notables, tanto que Fernando el Católico y, después, Carlos I, la visitaron en el hospital de esta villa y, tras la muerte de Isabel la Católica, le consultaron algunos asuntos. Ella, amparada en su viudedad y en su dedicación a cuestiones religiosas, fue una mujer libre que dispuso de su vida y la orientó según sus prioridades. Se ocupó en promocionar aquello que consideraba trascendente, como es la asistencia hospitalaria y el apoyo a la regla de las concepcionistas, religiosas que reivindicaban una gran participación de la Inmaculada Concepción en la redención de la humanidad.
BIBLIOGRAFÍA
Beatriz Galindo. Real Academia de la Historia.
http://dbe.rah.es/biografias/10051/beatriz-galindo
(Salamanca 1465 – Madrid 1535)
“Poseer sabiduría es
mejor que poseer oro”